LOS DISCÍPULOS DE EMAÚS EL BUEN SAMARITANO
Y AHORA, ¿QUÉ?
Estamos a diez días de haber terminado nuestro IX Encuentro Provincial de Fraternidades.
Por las evaluaciones realizadas y los mensajes recibidos parece que el Encuentro fue un “momento fuerte” en el que Dios se nos manifestó “caminando juntos hacia un nuevo Emaús, como a los dos discípulos.
El Evangelio nos narra que enseguida los dos discípulos se pusieron en camino hacia Jerusalén para contar a los demás discípulos lo que les había ocurrido: “Descubrir al Señor al partir el pan”.
Nosotros tampoco queremos quedarnos estáticos en nuestros “emaúses”, en el metro cuadrado de cada día. Como a los discípulos se nos pide ir a proclamar lo que hemos visto, descubierto y vivido en este Encuentro.
Aprendimos que el apostolado de fraternidades de una o dos veces por mes, no es más que la punta del iceberg, de toda la Misión que debemos realizar cada día y con todos los que nos encontremos en el camino en el quehacer diario.
Como el buen samaritano tenemos que “bajar” y “descender” de nuestras comodidades, de nuestros egoísmos, de nuestros gustos e intereses personales para ir en búsqueda de los que están heridos o golpeados por la vida, como lo hizo el samaritano.
Nuestros proyectos de apostolado y de MISION deben ser más aguerridos, más audaces, más perseverantes, ya que la mies es mucha y los obreros pocos.
Ser Champagnat hoy, implica poseer un ardiente corazón como el de Marcelino y una fe inquebrantable en el Resucitado, como el apóstol Pablo, para descubrir nuevos areópagos como ellos los descubrieron en sus vidas.
Seamos samaritanos , no una o dos veces al mes y en lugares poco arriesgados, sino como el de la parábola , salir al encuentro del hermano necesitado, humillado, golpeado por la vida o por él mismo.
Es hora de dejar en el redil la única oveja que no se ha escapado aún e ir en búsqueda de las noventa y nueve que se escaparon del redil o que nunca estuvieron en él , viendo la realidad actual, tan distinta a la que nos narra el Evangelio de la oveja perdida.
Hno.Feliciano Arroyo
habla a su modo
ResponderEliminarCreer de corazón y de palabra.
Creer con la cabeza y con las manos.
Negar que el dolor tenga la última palabra.
Arriesgarme a pensar
que no estamos definitivamente solos.
Saltar al vacío
en vida, de por vida,
y afrontar cada jornada
como si tú estuvieras.
Avanzar a través de la duda.
Atesorar, sin mérito ni garantía,
alguna certidumbre frágil.
Sonreír en la hora sombría
con la risa más lúcida que imaginarme pueda.
Porque el Amor habla a su modo,
bendiciendo a los malditos,
acariciando intocables
y desclavando de las cruces
a los bienaventurados
José María R. Olaizola, S.J